Porque la única arma del autor es su lápiz... un lápiz, un teclado, una tableta gráfica, una pluma, una cámara, la acuarela, el guache... lo que sea, en manos del autor es una herramienta que se transforma en palabra, en dibujo, en imagen y en tantas otras cosas.
Nos gusta lo que tiene calidad, disfrutamos descubriendo nuevas obras y cada vez es todo más accesible; los tiempos cambian, solo se mantiene una constante, y es que toda creación tiene un creador.
El creador en este caso es mortal, come, duerme y sueña. Y lo hace todos los días. Cuanto más tiempo dedica a crear todo eso que nos gusta, menos tiempo puede dedicar a otra labor. Así se acaba por convertir en un profesional, que suelen ser los que hacen nuestras obras preferidas. Normalmente esto conlleva que no tengan otro recurso para vivir que su trabajo. A nadie le parecerá raro ¿verdad?, vivir del trabajo que uno hace. Pues a veces se oyen comentarios..., pero supongo que se habla sin pensar.
Porque aunque es cierto que sobre los derechos de autor se están haciendo muchas cosas mal, también lo es que no las hace el autor (aunque algunos no lo crean, no tiene tiempo para eso).
Habrá que aceptar pues, que el mundo no deja de cambiar, y también, que el autor como cualquiera, debe poder vivir de su trabajo. Ambas cosas no son incompatibles ¿es tan difícil de entender?
La solución llegará, sea buena o mala; propia o impuesta...
Esperemos que sea buena y beneficie tanto a los autores como a los consumidores que somos todos.
Para eso habrá que tener una opinión crítica, sí. Pero también responsable.
